Llegar a la capital a las siete y media de la mañana de un viernes sin haber dormido apenas nada. Mirar hacia el cielo y comprobar que no hay ni una nube. Entrar en un bar de barrio. Todos los bares de barrio son iguales en toda la geografia española. Los comensales consumen carajillos y cafés a partes iguales. Hablan de tiempos lejanos, con cara de nostalgia, recuerdan pasajes, paisajes… escenas de su juventud. Se les ilumina la cara. El tabernero está entrado en años y en carnes, silba cual ruiseñor al alba. Me pido un café con leche y unos churros. El café está pasable pero los churros son de la semana pasada, por lo menos. Hay poca luz en el bar y todo tiene un aire antiguo, de madera y naftalina. Aún y así, es un sitio familiar y distendido, en el que una se siente como en casa nada más entrar.
Esa fue mi primera impresión de Madriz. Digo (escribo) Madriz con “z” porque me parece agradable y gracioso el acento de los madriles. La gente aquí es muy amable conmigo. Me gustan los bares de aquí, los bares, las plazas, las terrazas, los edificios, el Rastro y el Retiro, el metro, su gente. Hay mucha gente aquí pero todos parecen andar metidos en algún asunto particular y específico. Todo el mundo parece ocupado y distraído a la vez.
No tengo mucho más que decir. Ah, sí, soy muy miope, me gusta el café (pero no con tanto azúcar) y la cerveza tanto como a la propietaria de este espacio. Los cantautores, los bolis bic negros, Madriz, el modo, la forma y la composición de los escritos de MKaffallegorie, los hombres-barba, el azul marino, los cuadros de Pollock y la poesía de M. Hernández.
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Benvinguda! :-)
Te encontré, al fin, y es como si nunca te hubieses ido.
¿Quién se esconde detrás de esas palabras? jiji
Que más da si nunca aparece el remite en el sobre.
Hemos debido coincidir en alguno de esos bares. Todos iguales pero sin contrato de franquicia. Que perduren.
Un beso.
De Madriz AL CIELO, joder.